En un marco incomparable como es
la vecina Sierra Norte de Guadalajara, en uno de sus más recónditos lugares,
existe un paraje que alberga una naturaleza extraordinaria que hizo que un
grupo de monjes cistercienses fundaran en el silo XII un espectacular
monasterio con el fin de proteger estos bastos territorios de los musulmanes
durante la reconquista. El paisaje que dibuja La hoz del río Jarama, es un paraje
que al ser observado nos traslada por momentos a un mundo mágico, comparable por
momentos al que descubrió Dorothy en el cuento El maravilloso mundo de Oz.
Este afamado río madrileño tiene
sus orígenes en el noroeste de la cercana provincia de Guadalajara, se trata de
una zona aislada en la que nos vamos a detener para descubrir un entorno
natural único que alberga un paisaje asombroso. El curso alto del río Jarama es
el protagonista de este espacio natural, donde sus gélidas y cristalinas aguas avanzan
sin piedad, poco después de su nacimiento en las estribaciones de La vecina Sierra
de Ayllón. Durante todo el recorrido paralelo al Jarama que transcurre desde el
puente nuevo de Valdesotos hasta el monasterio de Bonaval se van sucediendo
lienzos dignos de los mejores libros de naturaleza con la presencia perpetua
del sonido del agua que solo es interrumpida por el graznido de los buitres. En
este tramo del cauce, aparecen vetustos encajonamientos sobre rocas calizas que
han sido esculpidas a lo largo de los años dejando un paisaje de cuento de hadas.
Sin duda alguna, la fastuosa hoz que forma el río Jarama en este entorno,
refugio del buitre leonado, es un espectáculo de la naturaleza para dignificar dada
su grandiosidad y estado de conservación. Al fondo de la propia Hoz resalta un imponente
paredón de roca caliza con forma redondeada en diferentes tonalidades jalonado
de oquedades y cuevas de origen incluso prehistórico y en cuyas laderas
contemplamos excelentes ejemplares de chopos, robles, encinas y espectaculares
roquedos colonizados por el musgo. Durante estas fechas resulta una experiencia
única avanzar por el sendero que nos conduce hasta el Monasterio de Bonaval a
través de un manto dorado formado por las últimas hojas caídas de los robles y
otras especies de hojas caducas como el quejigo que nos trasladan por momentos
a las maravillosas tierras de Oz, ya que como dice Dorothy en el cuento “Si
caminamos lo suficiente, alguna vez llegaremos a alguna parte”.
La flora de este enclave resulta
asombrosa desde principio a fin, con un catálogo de especies mediterráneas que
jalonan diferentes entornos. Una de sus singularidades principales es la
presencia de pequeñas parcelas de olivar, hecho que resalta dada la escasa
presencia de este árbol en toda la sierra Norte, más singular aún es la
presencia de líquenes en ramas defoliadas de grandes ejemplares de olivos seguramente
cerca de ser centenarios. Entre las especies de árboles destacan espectaculares
ejemplares de encina con portes asombrosos, así como bosquetes de robles quejigos
y arces. Contemplan esta selecta nómina de especies vegetales arbustos como la
jara, tomillo y romero adornan las lindes de los senderos y acompañando al
curso del río destacan árboles típicos de ribera como el álamo negro, el fresno
o el imponente aliso. Otro elemento llamativo es la presencia de musgo en
diferentes tramos de la ruta, signo de la escasa contaminación de este paraíso
natural que ha perdurado durante años aguantando el paso del hombre.
La inaccesibilidad a este entorno
y su basta extensión hacen del curso alto del Jarama un refugio ideal para la
fauna ibérica. En el propio curso del río y sus riberas destacan especies como
la nutria, la trucha, el cangrejo, el Martín pescador y el barbo. Mamíferos
como el corzo, el jabalí y el ciervo pueblan las zonas de llanura y en las
alturas a parte del buitre leonado, el águila perdicera y el alimoche anidan
con asiduidad. Reptiles como la culebra de escalera o el lagarto ocelado
encuentran acomodo en las múltiples oquedades de la roca caliza. Sin duda
alguna, este territorio ideal para la presencia del lobo ha permitido durante
los últimos años su expansión desde lugares cercanos como la Sierra de
Guadarrama o la Sierra de Urbión en Soria.
La presencia durante el recorrido
de elementos arquitectónicos como el espectacular monasterio de Santa María de Bonaval
o el solitario puente medieval de Valdesotos engrandece la visita a este
entorno natural. Este claustro alcarreño
se encuentra en la actualidad en fase de acondicionamiento para hacerlo más
visitable, destacó por una arquitectura original que abandonó todo signo
externo de riqueza, bajo sus techos habitó una orden de monjes cistercienses que
basó su subsistencia en practicar la filosofía del “Ora et labora”. El puente de Valdesotos emerge unos metros después
de cruzar el puente moderno de la carretera que nos lleva hasta Valdesotos, este
puente histórico datado aproximadamente sobre el siglo XII fue un paso de
transito con cierta importancia ya que era una de las mejores formas de vadear
el río Jarama para poder llegar hasta el Monasterio cisterciense Santa María de
Bonaval.
Las mejores épocas para visitar
la Hoz del Jarama son sin duda alguna, el otoño y la primavera, gracias a las
diferentes tonalidades que ofrece el paisaje. La ruta propuesta parte desde la
localidad de Valdesotos hasta el puente nuevo, de donde sale un sendero que va
acompañando el cauce del Jarama aguas arriba hasta llegar a Bonaval. En este
entorno se pueden visitar otros espacios naturales cercanos ubicados en el
propio Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara como el chorro de
Valdesotos, Las lagunas de Puebla de Beleña, Los pinares de Tamajón o Las
cascadas del Aljibe. Si lo que buscamos es una parada gastronómica, podremos adentrarnos
en las cercanas poblaciones de Cogolludo o Tamajón para degustar un sabroso
lechazo asado acompañado de unas exquisitas setas de temporada, todo ello
aderezado con una espectacular miel serrana.
TEXTO Y FOTOS. JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES. INGENIERO AGRONOMO
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