Es época de lluvias, sol, arcoiris, nubes y claros, hojarasca y por supuesto de SETAS, ese gran tesoro gastronómico que se oculta en bosques y praderas. Para los puristas, el níscalo o robellón es una especie poco valorada pero se trata sin duda, gracias a su singularidad, de uno de los tipos de setas comestibles silvestres más consumidos en nuestro país.
Este hongo cuyo nombre científico: Lactarius deliciosus, nos indica que se ha venido utilizando como alimento humano a lo largo del tiempo, dependiendo siempre de la climatología, aparece con cierta frecuencia en numerosos bosques de pinares de la península ibérica. El níscalo es un hongo fácilmente identificable, es de color anaranjado, su sombrero es plano convexo y en ocasiones con una pequeña depresión en el centro. Sus láminas son también naranjas pero se tornan verdes con el paso del tiempo, su pie es cilíndrico, hueco y corto. Otra característica, es el látex anaranjado que brota cuando son cortados.
Muy extendido por todo el territorio español, destaca su presencia en pinares formados por especies de P. sylvestris y P. pinaster, aunque también aparece en pinares formados por otras especies de pinos, además brota en las praderas cercanas y en los bosques mixtos de frondosas y pinos. No es exigente en cuanto al tipo de suelo. Las época de recolección se extiende desde finales de verano (climas fríos) hasta primeros de diciembre (climas calidos). Los veranos y otoños lluviosos, no demasiado fríos son las mejores condiciones climáticas para que aparezca este manjar que regala la naturaleza año tras año.
Dependiendo de su tamaño y forma se puede aprovechar en cocina de múltiples formas. Destaca su consumo en forma de guiso acompañado de unas deliciosas costillas y patatas cocidas a las que aporta un jugo concentrado de sabor delicioso, también se puede cortar en trocitos y cocinar junto con vino blanco, ajo y perejil.
© Autor: JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES, INGENIERO AGRÓNOMO. 2012 ©
Joseangel.macho@hotmail.com
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