Estas formaciones conocidas como Galachos son antiguos meandros que han
sido abandonados por el cauce principal del río Ebro debido a procesos
erosivos, quedando aislados y formando pequeñas lagunas naturales en continua
evolución que reciben aportaciones hídricas por inundaciones, precipitaciones y
filtraciones. Situados en el árido valle medio del río Ebro a su paso por la
provincia maña, los principales materiales geológicos que se pueden encontrar
son calizas y sílices. Otras formaciones habituales en este tramo del río Ebro
son las Mejanas, pequeñas islas que se forman en mitad del cauce debido a la
acumulación de diferentes materiales que arrastra el propio río. El galacho de La Alfranca destaca entre este
tipo de humedales, por ser el de mayor tamaño y presentar agua durante gran parte
del año. Aunque su volumen varía bruscamente, como es normal, en función de la
estación en que se encuentre, muestra una continua sensación de vida permanente
que acompaña a las visitas de este singular regalo de la naturaleza. Los
galachos de Pastriz, la
Cartuja y el Burgo de Ebro dentro de la reserva y el de
Julisbol fuera de ella son los mejores ejemplos conservados en la actualidad. Además
de las zonas húmedas, la reserva está compuesta por pequeñas zonas de sotos
ribereños que reciben nombres tan peculiares como del Rincón falso, Nis, la Mejana , del Francés o
Benedicto.
Respecto al paisaje, las personas que acudan a visitar esta maravilla, se
encontrarán autenticas balsas de agua o humedales con la forma geométrica
curvada característica de los meandros, rodeados a su vez, de grandes masas de carrizos
que dan cobijo a decenas de especies animales. El encauzamiento artificial al
que se ha visto sometido el río Ebro, así como la deforestación de los sotos
con el fin de extender los campos de cultivo son factores que externamente han
influido en la creación este paisaje tan singular. Este territorio evoca
agricultura por los cuatro costados, acequias, canales y extensos terrenos
cultivados en regadío acompañan a los caminos que conducen hacia esta región. Los
sotos que han ido tomando acomodo en las zonas aledañas no inundables, resultan
esenciales en el conjunto paisajístico ya que debido a la presencia de árboles
como el olmo, el sauce y el chopo que en el otoño toman colores cálidos que acompañan
el color pajizo durante la época de cosecha al que tornan los campos de cultivo
que rodean todo el espacio protegido otorgan un gran valor paisajístico a este
enclave. La senda que conduce al Galacho de La Alfranca se abre paso
entre el carrizal dejando una estampa única salpicada con el cantar de las aves
y el murmullo del agua. Sin duda los atardeceres y amaneceres crean un ambiente
mágico de contrastes de luz y oscuridad ensalzando el atractivo paisajístico de
este enclave. Desde el observatorio de fauna que hay en el Galacho de la Alfranca se pueden
presenciar múltiples estampas en movimiento, parejas de patos realizando vuelos
y chapoteos de cortejo, el viento que agita los carrizos, el vuelo amenazante
de las rapaces o el paso escurridizo de las nutrias. La fauna toma una gran
importancia en este paisaje ya que se ensambla impregna a él estableciendo una
simbiosis que aporta vida y movimiento al paisaje.
Refugio de fauna y flora de grandes dimensiones (unas 700 Ha ), la vegetación esta
distribuida por estratos según la distancia a los humedales. En el interior del
galacho abundan diferentes especies de plantas acuáticas y algas que actúan como
depuradoras naturales purificando el agua que forma parte de estos humedales.
En la parte más externa, destacan los grandes carrizales salteados de chopos,
álamos y fresnos, junto a diferentes arbustos como el regaliz silvestre. Según
nos acercamos a las zonas inundadas abundan las aneas y los tamariscos. Destaca
una gran población de aves migratorias que encuentran cobijo en los densos
carrizales que rodean los galachos; algunos ejemplos son cigüeñas, martín
pescador, aguilucho lagunero, cormoranes, distintos tipos de patos como pueden
ser el ánade, la gallineta y la focha, aves cantoras como el herrerillo o el
carbonero. Además, anfibios como el sapo corredor o la rana común y reptiles
como la salamanquesa o los Galápagos (europeo y leproso) son parte de la fauna de
esta reserva. Entre los mamíferos destacan el jabalí (especie altamente
presente ya que su único depredador es el hombre), el zorro, el tejón, la nutria
y en los últimos tiempos es muy destacable la presencia del castor europeo que
llevaba más de 100 años sin aparecer por estas lindes. En esta Reserva Natural
se tiene una especial atención y sensibilidad con el control de las especies
animales invasoras aloctonas que pueblan nuestros paisajes, más si cabe durante
los últimos años, y cuyo único responsable es el hombre. Galápagos
californianos, siluros, cangrejos americanos o mapaches son algunos ejemplos de
especies animales que son retirados de esta reserva con el único fin de
preservarla en las mejores condiciones posibles.
Para realizar una visita completa y didáctica, existe un centro de
recepción de turistas en La finca de La alfranca, antigua propiedad de los
condes de Palafox en la localidad de Pastriz, donde destacan además diferentes
obras arquitectónicas como el antiguo palacete, el convento de San Vicente de
Paúl y las caballerizas. Todas estas edificaciones han sido restauradas en su
totalidad para crear un enclave único y divulgativo en torno al riego, el
paisajismo, la agricultura, la fauna y el medioambiente. Acompañado de zonas ajardinadas, un pequeño parque temático
dedicado a la geología de Aragón e incluso una torre que nos permite disfrutar
desde las alturas de todo el complejo conforman este enclave único que se
encuentra a escasos 10 km
de Zaragoza capital. Asimismo, es posible realizar visitas guiadas gratuitas
tanto a los Galachos como a los distintos pabellones, en los que se incluye incluso
observaciones de fauna junto a grandes profesionales. Naturaleza, Cultura, Vida
y color en los asombrosos Galachos.
JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES. INGENIERO AGRONOMO
Joseangel.macho@hotmail.com
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