La cuarta
isla en superficie del archipiélago canario es el territorio donde se aprecia
una mayor influencia de la actividad volcánica que dio origen a este magnífico
conjunto de islas. Catalogada como reserva de la Biosfera desde 1993 por la
Unesco, la frenética actividad que llevó a cabo el artista Cesar Manrique moldeó
un paisaje en el que la arquitectura está plenamente integrada con la
naturaleza. Los majos, pueblo norteafricano de origen bereber, poblaron este
territorio desde el año 500 a.c. hasta el siglo XV en que fue conquistado por
las tropas enviadas por el rey Enrique III de Castilla, pasando a ser un
señorío feudal, época en la que sufrió un constante asedio por la piratería
dado su aislamiento y longitud de sus costas.
En
gran parte de su territorio predomina un paisaje lunar silencioso de origen
volcánico con ciertos matices que la otorgan una singularidad única. El influjo
de los campesinos ha tenido desde tiempos remotos una aportación paisajística
muy importante, todavía presente en la actualidad, tiene su máximo esplendor en
la zona de La Geria, donde se suceden terrenos fértiles inundados de ceniza en
los que se han plantado viñedos de uva Malvasia excavando en el terreno hoyos
de unos 20 cm de profundidad y protegiendo las cepas del fuerte viento con unos
muretes semicirculares de piedra característicos. El vulcanismo encuentra su
máxima expresión en el Parque Nacional de Timanfaya y en el Parque Natural de los
Volcanes, paisaje puramente dominado por cráteres, cenizas, montañas de fuego y
lava solidificada donde el tiempo parece haberse estancado y apenas hay señales
de vida en una tierra árida y desértica. La isla en sí está aderezada por una
flora muy escasa adaptada a la escasa lluvia, donde destaca la Tabaiba dulce y
las más de 200 especies de líquenes que se han ido adosando a la roca volcanica,
también existen aunque son escasos, representantes arbóreos, sobretodo en el
valle de las mil palmeras en la localidad de Haria. En el jardín del cactus se pueden contemplar cientos de especies aunque su gran mayoría son exóticas. La fauna queda reducida a
diferentes aves como el guincho canario o la abubilla, pequeños roedores, el simpático
perequén y el emblemático y único en el mundo cangrejo ciego de Los Jameos.
El tríptico
de El Mirador del río, desde donde se puede ver una impresionante panorámica
del archipiélago chínijo con la isla de la graciosa a la cabeza; la cueva de
los verdes y los jameos del agua, ambas excavaciones naturales en un largo
túnel de lava hueco son ejemplos de una naturaleza integrada única que ofrece
este paraíso canario. La playa y los riscos de Famara, las playas de Papagayo
en el entorno natural de los ajaches, las salinas de janubio, los hervideros o la
laguna de los clicos en el golfo son otros entornos naturales dignos de
visitar. Pueblos como Teguise o Yaiza todavía conservan gran parte de su
autenticidad e invitan a perderse en sus calles para disfrutar de sus
diferentes salsas de mojo o descubrir su artesanía basada en el olivino, piedra
verde preciosa tallada de origen volcánico.
La
influencia del creador Cesar Manrique y su insistencia en la conservación de la
naturaleza frente al turismo se tradujo en un sinfín de obras dispersas por
toda la isla como sus famosos juguetes del viento dispuestos en diferentes
localizaciones, esculturas como el demonio del Timanfaya o su casa-museo en la
localidad de Haria. Este lanzaroteño universal ha dejado como herencia una isla
en la que todavía perduran sus casas encaladas de color blanco adornadas con
marcos de color azul y verde que han resistido a la creación de grandes complejos
hoteleros que podrían destruir el entorno natural. Lanzarote resulta ideal para
alquilar un vehículo y recorrer sus carreteras y caminos para perderse en un
sinfín de pueblos y paisajes, practicar deportes al aire libre como el kayak,
el surf o disfrutar del famoso ironman,
triatlón de larga distancia de fama internacional. impregnarse de aromas que
van del fresco aloe vera al intenso de las cenizas solidificadas, destacan por encima de todo su gran valor
natural y el sentido común que ha perdurado en este espectacular
enclave invitando a un continuo descubrimiento.
José Ángel Macho Barragués. Ingeniero Agrónomo.
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