Hoy nos detenemos en este
espectacular paisaje de alta montaña que está situado en la parte más
occidental del pirineo aragonés. Se trata de un valle de origen glacial con
forma de cubeta que es vertebrado por las aguas de un joven río Aragón Subordán.
Actualmente en este ecosistema
conviven en armonía la ganadería extensiva más tradicional con algunos de los
animales más amenazados de nuestra fauna ibérica como el sapo partero, el
tritón pirenaico o el alimoche. Entre los mamíferos, el zorro y el jabalí
suelen merodear los fondos boscosos del valle y en las cumbres de las montañas
habita el sarrio, variedad de rebeco endémica del pirineo. En el propio valle
aparecen numerosas zonas de turberas, así como charcas estacionales que son un
lugar ideal para las puestas de diferentes especies de anfibios. También encontramos
una gran diversidad de especies en cuanto a la vegetación, ya que estos valles
se encuentran sometidos a un clima de transición entre el atlántico y el mediterráneo.
A parte de las praderas pirenaicas más puras compuestas por distintas especies
de gramíneas resistentes al frío y el hielo, aparece una gran representación de
plantas herbáceas anuales y plurianuales endémicas como la carlina, la
aquilegia o el hormino, en los márgenes y las zonas bajas de las laderas podremos
contemplar auténticos ejemplares de arbustos y árboles como mostajos, saúcos,
abetos y hayas que dan cobijo a algunas de las especies de aves más
emblemáticas de este paisaje: la perdiz nival, el gorrión alpino y el urogallo.
El curso del río Aragón Subordán es el gran protagonista de este pintoresco paisaje, a su paso por el valle de Aguas Tuertas transcurre de forma tranquila, siempre vigilado desde las alturas por el gran guardián de los pirineos, el quebrantahuesos. La amplia llanura de más de 2 km de longitud con la que se encuentra su curso, es utilizada para dibujar una serie de espectaculares meandros que hacen de este paisaje muy característico. Una vez finalizado su recorrido por el valle, el río desciende abruptamente en forma de cascada para atravesar la Selva de Oza y la garganta de los infiernos en el Valle de Hecho. Geologicamente destaca un marcado y potente modelado glaciar sobre rocas calizas, pero además entre el resto de materiales que componen estas grandes montañas en forma de moles que acompañan el discurrir de este río por el valle, es de destacar la presencia de zonas de arenisca roja, por lo que no será difícil encontrar montañas que presentan diferentes tonalidades que van del ocre al rojo intenso, un espectáculo digno de contemplar muy similar al de otros famosos paisajes muy lejanos e infinitamente fotografiados como la montaña arcoíris situada en los andes peruanos. Todo el pirineo en su conjunto alberga un gran número de construcciones megalíticas, existiendo una concentración significativa en las partes más altas de estos valles occidentales del pirineo aragonés. Hacia el final de aguas tuertas encontramos un espectacular ejemplo de dolmen megalítico simple de tres piezas que aporta misterio y serenidad a este paisaje, sin duda una de las instantáneas más repetidas por los visitantes, testimonio de que los primeros pobladores de la península ibérica eligieron estos apartados valles para asentarse.
La ruta más común para acceder a
este valle es la que parte desde el aparcamiento de Guarrinza y coincide con el
camino GR-11. Esta pista que en algunos tramos se convierte en senda recorre
todo el valle por el margen izquierdo del río. Como ya hemos comentado, en las
inmediaciones del valle de Aguas Tuertas podremos contemplar la garganta del
infierno y la selva de Oza, espectacular bosque de hayas, abetos y abedules. Además,
si se eleva el nivel de exigencia física se pueden recorrer otros maravillosos
paisajes naturales dignos de observar como el castillo d’Acher o los ibones de
Acherito y Estanès.
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