Situado en la localidad
alicantina de Alfaz del Pi, concretamente entre las bahías de Benidorm y Altea,
encontramos un pequeño entorno natural que destaca entre los grandes
rascacielos, las playas turísticas y el tráfico marítimo de la comarca
alicantina de la Marina Baja. Ejemplo singular de sierra de la costa
valenciana, este oasis ofrece un conjunto de ecosistemas formados por grandes
acantilados, fondos marinos espectaculares y calas de ensueño, todo ello
rodeado por un entorno montañoso que alberga en su interior un gran catálogo de
especies de fauna y flora, algunas de ellas muy peculiares.
La ruta de los fareros transcurre
íntegramente por el Parque Natural de la Sierra Gelada y debe su nombre a que
su recorrido en la actualidad discurre prácticamente por el mismo sendero que
utilizaban los antiguos fareros para poder transportar víveres hasta su lugar de
trabajo y residencia. Este entorno se encuentra protegido desde el año 2005,
año en que se convierte en el primer Parque marítimo-terrestre de la Comunidad
Valenciana. El recorrido propuesto comienza en la localidad de Alfaz del pi y
tiene una longitud de unos 5 km entre ida y vuelta, se puede tardar entre hora
y media y 2 horas, contando las paradas y el tiempo empleado en la visita al
interior del faro, convertido hoy en día en Centro de Interpretación con una
exposición temática permanente explicativa del Parque Natural de la Sierra
Gelada y la historia del propio faro y sus fareros.
En cuanto a la unidad
paisajística, en los fondos marinos destacan dos tipos de ecosistemas por un
lado los formados por imponentes praderas de poseidonias con fondos arenosos y
por otro los fondos rocosos como el de la Llosa, en ambos podemos encontrar un
gran catálogo de especies emblemáticas como la morena, el pez luna o el hermoso
delfín mular. Otras especies destacadas por encontrarse más
amenazadas son la nacra y un tipo muy peculiar de vermetido, el Dendropoma petraeum. Este paisaje conserva entre su rico
patrimonio natural vetustos restos de edificaciones con gran historia como las ruinas
de la antigua mina de ocre o la torre bombarda, atalaya mandada construir por
el rey Felipe II en el siglo XVI ante la amenaza de los temidos piratas berberiscos
que encontraban refugio en las inaccesibles calas y acantilados de este reducto
del mar mediterráneo. El color azul celeste del fondo marino contrasta en
armonía con el color grisáceo brillante como el hielo que aparece reflejado por
el sol de la madrugada en las rocas calizas que jalonan las cumbres de las montañas y que da
origen al nombre de este Parque Natural. En estos roquedos llenos de vida
destaca la presencia de diferentes especies de aves como la pardela cenicienta,
el cormorán moñudo o el audaz halcón peregrino. Estas especies de aves conviven
en armonía con reptiles como el lagarto ocelado y la salamanquesa, así como con
pequeños mamíferos como la musaraña o el lirón careto.
En cuanto a la flora destaca la
presencia de una gran masa arbórea de pino carrasco en las zonas bajas de las
laderas, a medida que se va ascendiendo comienza a desaparecer y dar paso al
matorral donde destacan la jara, el lentisco, lavanda y el palmito, éstos
aparecen acompañados de otras especies anuales como el narciso y la cebolla
albarrana. Este enclave tiene tal riqueza que incluso también acoge varios
tipos diferentes de orquídeas. Para conocer más a fondo este
Parque Natural y la ruta de los fareros existe un recorrido transversal de todo
el sistema montañoso con ascenso incluido al pico Gobernador. Esta visita se
puede completar con actividades deportivas como el Snorkel, el piragüismo o el
buceo. Además, también se puede disfrutar de la sensación única de parar durante
el recorrido en el mirador Alfonso Yébenes Simón, Ingeniero de Minas y gran
divulgador de la Sierra Gelada, para contemplar el vuelo furtivo de las aves o
el salto del delfín mular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario